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El amor no necesita ser perfecto

Cuando entré ellos ya estaban conversando. Lorenzo, el zapatero amante de los vinos y de los libros, escuchaba los lamentos de un sobrino sobre las dificultades que tenía con las relaciones afectivas. Fuimos presentados. El joven, bastante educado, dijo que no se sentía incómodo si yo participaba de la conversación; en verdad, le parecía muy bueno pues sería una opinión adicional para aclarar sus ideas. El elegante artesano fue a preparar café mientras el joven me explicaba que, en suma, entre más conocía a una persona mayor era su decepción. Sentenció que las máscaras no se sostienen en la convivencia personal y lo que se revelaba definitivamente nunca le agradó.

Lorenzo, que llenaba nuestras tazas con café fresco sobre el balcón, aprovechó la oportunidad y dijo: “Todos deseamos ser amados y admirados. Es la voluntad latente de nuestro ego: los destellos y los aplausos. Entonces, inconscientemente creamos personajes que creemos ser reales para interpretar papeles que cumplan con tal objetivo”. El sobrino lo interrumpió para decir que era exactamente eso lo que no le gustaba de las personas. Buscaba a aquellos que fuesen auténticos. “De cierta manera lo son”, corrigió el tío. El chico argumentó que el zapatero se contradecía. Lorenzo inició su explicación con una pregunta al estilo socrático: “¿Cuándo te interesa una mujer sueles aproximarte mostrándote vanidoso, orgulloso, terco y egoísta?”.

Contrariado, el muchacho sustentó que sabía que no era una persona perfecta, no obstante habían aspectos de su personalidad mucho más interesantes para dar a conocer al mundo. El zapatero estuvo de acuerdo y, en seguida, profundizó: “Sí, sin duda. Todos pensamos que nuestras virtudes son más relevantes que nuestras dificultades. Y lo son. A su vez, las dificultades no son más que semillas de nuevas virtudes en busca de un poco de sol para germinar”, tomó un sorbo de café y prosiguió: “Proyectamos el ideal de la persona que queremos ser antes de serlo. No hay ningún problema en esto, es el proceso natural, pues ya tenemos el entendimiento, falta la fuerza para experimentarlo. Sin embargo no siempre es fácil, pues debemos dejar atrás hábitos antiguos que han producido raíces profundas, pero es indispensable para que haya avance. Es como la serpiente que cambia de piel para hacerse mayor y más fuerte; es la misma serpiente y a la vez otra”.

“Generalmente en un primer encuentro, antes de que las dificultades se presenten, abrimos una increíble caja de colores para adornar nuestras virtudes. En mayor o menor dosis, cada cual en su estilo, unos más extrovertidos, otros más sutiles, espontáneos o sofisticados, en resumen, nos esforzamos para mostrar lo inteligentes y sensibles que somos. Y no te engañes: con nadie es diferente”. Ante la mirada atenta del sobrino, Lorenzo lo desconcertó: “¿Sabes cuál es el lado de tu ser que quiere mostrarle a todos sus mejores virtudes?” La pregunta era retórica y el propio artesano respondió: “Tus propias sombras”.

“No olvides que son las sombras que buscan aprobación social, elogios y condecoraciones. El alma apenas quiere aprender con todo lo que sucede a su alrededor, transmutar la oscuridad de los sótanos del ser en luz, compartir lo mejor que florece dentro de sí, no sólo en el discurso sino con actos, y después seguir el viaje sin fin”.

“Cada vez que estamos en la esfera de las palabras debemos cuestionarnos: ¿Yo ya puedo vivir, de manera amplia, toda mi excelente teoría? Si la respuesta es ‘sí’ significa que todavía se te dificulta ser sincero contigo mismo. Tus sombras aún pueden engañarte. Si la respuesta es ‘no’ representa que estás a un paso de la transformación, pues ya consigues conocerte mejor. ¿Y por qué?”. Como todos se callaron, Lorenzo concluyó: “Porque el alma sabe que el poder está en el ejemplo de la acción silenciosa y no en la belleza del discurso fácil. Vale resaltar que la acción realizada para agradar al público es equivalente a las palabras escandalosas y se pierde en lo raso de las vanidades”.

“Cada vez que estés tejiendo una crítica, pregúntate: ¿Ya soy el ejemplo de perfección que reclamo faltarle al mundo? Este es un paso importante para alcanzar el primer portal del Camino, la humildad. Entender que por más que te consideres una persona maravillosa aún estás bastante lejos de la perfección, entonces ¿cómo exigirle al otro lo que todavía no tienes para ofrecer? Todos, absolutamente todos, somos seres en evolución, espíritus en camino hacia la Luz”.

El joven lamentó que algunas personas exageraran en la interpretación de sus papeles. El artesano sonrió dulcemente y dijo: “Los excesos, en la medida de lo posible,  deben ser disculpados pues tan sólo retratan la dimensión de la carencia y el ansia por ser aceptados y amados. Para nadie es diferente. Comprender esto es ejercitar valiosas virtudes: la compasión con relación al otro; la sinceridad con relación a sí mismo. Percibir los personajes ajenos es esencial, no para desnudarlos sino para ayudar a transformar los nuestros y hacerlos realidad, incorporando las virtudes que admiramos y modificando definitivamente las características que ya no deseamos en nuestra forma de ser y de vivir. Solamente así ganamos fuerza y poder. Eso es pura Luz”.

“Esta es la belleza y la importancia de las relaciones. La dificultad ante el otro nos ayuda a entender nuestras propias sombras. Lo que nos incomoda en el trato personal suele ser reflejo de nuestro aprendizaje. El otro será siempre un buen espejo, pues la manera como reaccionamos ante cada contrariedad, impedimento u oposición define quien ya conseguimos ser”.

El muchacho dijo que procuraba en sus relaciones personas que lo complementaran. El buen tío ponderó: “Comúnmente procuramos en el otro lo que aún no tenemos en nosotros. Vivimos en busca de alguien que nos complete en la ilusión de que así la felicidad se manifestará. Ledo engaño. Deseamos infantilmente que nos ofrezcan la felicidad por la vía de la facilidad en vez de construirla a través del aprendizaje y de la transformación. En otras palabras, queremos de regalo lo que debe ser conquistado. Esta es la esencia de todos los conflictos, pues al depararse con las dificultades ajenas las nuestras se revelan. Nadie tendrá el poder de la felicidad o de la paz sobre nadie, ya que esta batalla es personal e intrasferible. Entonces surgen las sombras para convencernos de que es mejor hallar la miel de la vida en otro lugar. Salimos en busca de otras personas olvidando que el mapa del tesoro apunta hacia el propio corazón. Nos estancamos cada vez que creemos que el problema está en los otros. Negar las dificultades es rehusarse al propio perfeccionamiento”.

Hizo una pequeña pausa y prosiguió: “Cuando la convivencia es ocasional es más fácil ser encantador porque, a menudo, ofrecemos sólo lo mejor de nosotros. ¿Mentimos al hacer esto? ¡Claro que no! Las dificultades no siempre anulan las virtudes, en caso contrario nadie tendría características positivas. En esto reside la magia de la convivencia más intensa y duradera. Es en la constancia del día a día que somos llevados a mostrar la faceta más sombría, lo que también tenemos de malo. Salimos de lo raso para internarnos en la profundidad del ser. Es la oportunidad que las sombras tienen para revelar su existencia y magnitud. Sin embargo, es común que las  relaciones terminen y que las personas se alejen perdiendo muchas veces la oportunidad de experimentar el florecimiento de bellas virtudes y bonitas transformaciones”.

“La convivencia intensa desnuda el ser. No sólo al otro, sino a ti también. El día a día arranca las máscaras, muestra los vicios, revela las heridas. En fin, muestra lo que tenemos de peor. ¿Es malo? No necesariamente. Esto puede rasgar la relación o aproximar mentes y corazones que tengan la percepción y las ganas de ayudarse”. El chico quiso saber si el tío le aconsejaba permanecer al lado de quien no quería. El zapatero movió la cabeza y dijo: “¡Claro que no! No estamos obligados a nada, mucho menos a convivir con quien nos incomoda y aburre. Tan sólo quiero manifestar que no es necesario que el amor sea perfecto para que exista”.

Lo interrumpí para argumentar que muchas veces las personas tienen intereses tan diferentes que las frecuencias vibratorias no permiten la convivencia, al menos en aquel momento. El artesano concordó parcialmente: “Sí, es verdad. Sin duda hay relaciones que necesitan ser cortadas debido a la disparidad de intereses y valores entre las partes. Cada cual debe seguir siempre en busca de la propia verdad según sus afinidades. No obstante no  hay que tomarlo a la ligera, pues es preciso entender que en las afinidades también se revelan las dificultades en común”. Bebió un sorbo de café y agregó: “Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que al rechazar la manera de ser de una persona no significa necesariamente eliminarla de nuestra vida, aunque acabemos escogiendo estar cerca de aquellos que nos traen confort y alegría. Sin embargo, todos sin excepción somos fuente de aprendizaje. No necesitamos de nadie para ser felices, pero necesitamos de todos para hacernos mejores”.

“La conivencia al lado de las dificultades, errores y faltas del otro jamás debe ser vista como penitencia, considero este concepto anticuado y cruel. En la medida de lo posible  cada cual debe verla como una poderosa herramienta de evolución. Sólo existe amor y sabiduría donde la paciencia, el respeto, la humildad y la compasión han echado raíces.

Esto demuestra sensibilidad al resaltar virtudes ya existentes y, principalmente, al percibir que las dificultades son virtudes aún latentes, listas para despertar. Tanto en ti como en el otro. La conquista sólo está completa cuando los dos lados ganan”, hizo una pausa y finalizó: “Entender esto es percibir la belleza de la vida. El amor necesita ser imperfecto para que sea moldeado, trabajado, así habrá una porción nuestra cuando se revele en perfección”.

El joven bajó la cabeza, le agradeció al artesano con palabras sinceras y dijo que estaba con un extraño deseo de encontrarse con la ex novia. Cuando se despidió percibí que había un bonito brillo en su mirada.

Gentilmente traducido por Maria del Pilar Linares.

3 comments

Miansa abril 30, 2017 at 9:17 am

Nadie es perfecto. Tan es así que soy el ejemplo perfecto. No permitamos que nuestro ego sea el protagonista de nuestra vida y acabemos matando al alma.

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Gabriel julio 26, 2017 at 10:27 am

Que belleza

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Felipe Maldonado agosto 13, 2017 at 11:46 pm

Gracias yoskhaz

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