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El ego desea brillo, el alma ansia por luz.

Sólo la claridad para comprender realmente quien se es podrá transformarte en la persona que buscas dentro tí. El ego, la parte de la consciencia más conectada a las sensaciones primarias e inmediatas, repleto de condicionamientos sociales y ancestrales, piensa protegerte al crear un personaje acuñado en un modelo de presunta aceptación y admiración que engaña sobre el sentido de la existencia. El ego estimula al individuo a ser más bello, rico e importante, alimentando el vicio del aplauso fácil en el rastro del brillo efímero del show de las ilusiones terrestres, de placeres baratos, resultados vacios y soluciones improductivas. Las consecuencias, imediatas o no, pero que un día vendrán, son el sufrimiento y las dificultades en las relaciones personales, además del disgusto consigo mismo. El ego, repleto de buenas intenciones, inventa virtudes que aún no ejercemos, derechos que no poseemos y comunmente nos victimiza con relación a los movimientos del mundo, creando falsos motivos de rebelión. Más aún, nos fuerza a huir de la realidad cuando se vuelve desagradable. En cualquiera de estos casos lleva al estancamiento, pues nos impide enfrentar la situación con la madurez necesaria para entender, transformar, compartir y seguir en frente.

En presencia de la inseguridad común, producto de la ignorancia, el mecanismo más usual que el ego dispara son las sombras, nuestros sentimientos más densos, frutos del egoísmo, como su nombre lo dice. Celos, envidia, ganancia y tristeza son los más conocidos y presentes en las entrañas de todos, sin excepción. Son inherentes a la naturaleza humana. No obstante, lo que hacemos con ellos define quienes somos.

Las sombras impiden una mejor visión al proyectar nuestra vida en la vida ajena, como si el otro fuera determinante y responsable por nuestra felicidad. Transferir a terceros la causa de inevitables frustraciones no ayuda en absolutamente nada. Entender que no encontrarás paz en ningún lugar, salvo dentro de ti, o aceptar que cada decisión modela el propio destino significa madurez, pasos fundamentales para la plenitud.

Buda nos enseñó que si alguien quiere saber cómo será su futuro basta con prestar atención a lo que se hace hoy. El Cristianismo indica que debemos atravezar la estrecha puerta de la virtud. El Chamanismo nos recuerda que somos herederos de nosotros mismos.

Negar nuestras sombras no es la mejor solución, al contrario, solamente permite que continuen moviéndose sin algún control hasta que nos dominen por completo. Cada vez que la sombra asume el comando revelamos lo peor de nosotros. Como un amigo que es mal consejero, al intentar protegerte la sombra únicamente interfiere en tu evolución. La sabiduría consiste en hacer con que ella comience a trabajar a nuestro favor hasta transmutarla por completo en luz. Por ejemplo, existe quien por sentir celos mate o maltrate a la persona amada sin ningún respeto al sagrado derecho de elección del otro. Los periódicos se cansan de contarnos casos así. Sin embargo, existe aquel que al sentir celos busca su guitarra para componer una bella canción. Con la misma materia prima unos se encaminan por las sendas de la criminalidad y de la locura, mientras otros hacen de la sombra una aliada para producir la más fina obra de arte. Una forma iluminada de transformar lo denso en sutil; un bello ejercicio de espiritualidad y evolución.

La envidia puede transmutarse en fuerza de trabajo y creatividad; la tristeza transformarse al entender que el otro, así como tú, también está en el camino y que, a veces, no puede ver el paisaje que ya te es claro mediante el iluminado y perfumado jardín de la compasión. Es importante entender el automatismo de algunas de nuestras reacciones y modificarlo, principalmente de aquellas que nos dejan un gusto amargo. Percibir que todo puede ser diferente y mejor hace que las posiblidades sean infinitas y que el el universo se expanda.

Las sombras lanzan un velo que nos impide ver la realidad con la debida claridad. Descubrir la neblina nos lleva al discernimiento de que no competimos contra nadie y en verdad somos los únicos responsables por nuestra felicidad. Entender cuales sentimentos realmente motivan nuestras actitudes es un paso importante en el sendero de la evolución. Venganza no es justicia; celos no es amor. Las mayores batallas son libradas donde habitan las sombras, o sea, dentro de nosotros.

Así, paso a paso, vamos transmutando sombras en luz, identificando cada vez más temprano cuando la emoción se presenta para direccionarla hacia el Camino del Sol. Dominarla con inteligencia es imprescindible y, sin la verguenza o el miedo de admitir su existencia, vamos lentamente refinando nuestras elecciones, herramientas poderosas que instrumentalizan infinitas transformaciones del ser en busca de la integralidad, donde reside la paz. Poco a poco la luz leve de la sabiduría y del amor disipa la oscuridad de las emociones pesadas, cada vez más próximo a la raíz, amansando su salvajismo. Se trata pues de harmonizar los deseos del ego con las necesidades del alma. Mientras el ego desea brillo, el alma ansia luz. Solamente la percepción afinada de cuáles sentimentos te mueven y de las consecuentes elecciones que haces te permite adquirir el boleto para la próxima estación. En esencia, la vida es un infinito y fantástico viaje rumbo hacia la Luz.

Gentilmente traducido por Maria del Pilar Linares.

1 comment

Braulio Teutle Hernández marzo 10, 2021 at 6:18 am

Una perfecta definición del ego

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