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La ley de acción y reacción

Había ido en busca de Lorenzo, el zapatero amante de los libros y de los vinos, a una agradable taberna próxima a su taller. Tan pronto el mesero llenó nuestras copas fue inevitable desviar la atención hacia la mesa contigua. Una pareja comenzó a discutir en voz alta hasta que la joven se levantó y antes de partir dijo “todo es acción y reacción”. Permanecimos algunos minutos en silencio hasta que el artesano comentó displicente: “Las leyes de la vida son inexorables”. Yo lo corregí, acrecentando que la Ley de Acción y Reacción era una ley de la Física, más exactamente una de las tres Leyes del Movimiento de Isaac Newton, renombrado físico inglés. Con aire de profesor, le expliqué que para toda acción existe una reacción de igual intensidad y sentido contrario. Lorenzo me miró con dulzura como si estuviese ante un niño pretencioso y dijo: “Exacto. Por tratarse de una ley de la Física es una ley del Universo; por lo tanto, una ley de la vida, que afecta no sólo cosas y objetos, sino también las relaciones y define el destino próximo de cada persona. Como una sabia y amorosa bordadora, el Universo teje la red de la vida de todos nosotros usando las leyes como trama para que no quede ningún hilo suelto”. Estuve algunos instantes reflexionando sobre aquellas palabras hasta que me di por vencido y confesé que no había entendido todo el sentido del racionamiento.

El zapatero bebió un sorbo de vino y dijo: “Hay una famosa frase, dicha por un ángel, que define bien el asunto. Él enseñó que ‘la siembra es libre, la colecta es obligatoria’. Es decir, tenemos la libertad y el poder de elegir, no obstante, las consecuencias serán según la perfecta medida de las causas que las provocaron. No hay como impedirlo”.

Lo interrumpí para decir que el Universo era bastante vengativo. Lorenzo levantó las cejas, como lo hacía cuando se ponía serio y explicó: “No, Yoskhaz. El Universo jamás trabaja con venganza por ser el amor en su más pura manifestación. Como el buen maestro que ama tanto al aprendiz como a la lección, el Universo ansia por la evolución de cada individuo y pone en práctica otra famosa ley de la Física, la del alquimista alemán y físico en sus horas libres, Albert Einstein, que nos enseñó que ‘el universo está en constante e infinita expansión’. Por tanto, si somos parte indisociable del todo, el Universo necesita que acompañemos su evolución para que pueda continuar creciendo. Estamos destinados a la perfección y a la eternidad. No existe un fin para nada ni para nadie, apenas incesantes transformaciones”.

Hizo una pequeña pausa y prosiguió: “Para evolucionar es indispensable el perfeccionamiento de cada una de las virtudes que componen la luz. La justicia es una de las virtudes más difíciles de entender y sedimentar. La Ley de Acción y Reacción es una ley educativa en diversos aspectos. Lo más importante tal vez sea mostrar las inevitables relaciones entre causa y efecto, enseñándole al individuo que él es heredero de sí mismo, timonero de su destino. Todos los conflictos, problemas de cualquier orden o relaciones tempestuosas son resultado de elecciones equivocadas en situaciones pretéritas. Significa, a groso modo, que la lección aún no fue aprendida y que existe algo a ser modificado en sí. La cuestión se vuelve recurrente cuando por orgullo, vanidad, comodidad o terquedad nos negamos a avanzar o insistimos en transferir a los otros la responsabilidad por la transformación interna que nos cabe”.

“Por lo tanto, lo creas o no, los reclamos siempre serán inaceptables. Mientras el tonto lamenta su suerte, el sabio agradece la lección, supera la situación alterando su propia visión, valores y las próximas elecciones, dignificando el ser, dejando atrás intereses que ya fueron importantes, pero que no le agregan nada más. El cierra un ciclo de vida que quedó en el pasado, se libera de las amarras e inicia un nuevo trecho en los mares de la existencia. Esto es evolución”

“En la Ley de Acción y Reacción prima la enseñanza, a través de la percepción personal. Todas las elecciones – hacemos centenas de ellas todos los días – son causas y moverán inevitables consecuencias al mismo ritmo, como una bailarina que danza conforme la música tocada por el maestro. La bailarina representa todas tus relaciones; tú eres el maestro. El teatro es el escenario de la vida. Es un método eficiente, aunque a veces severo, ya sea por la dificultad del alumno en expandir la consciencia o por no depurar los propios sentimientos. Así es ofrecida a cada uno, todos los días, la oportunidad de alterar el propio destino según nuestra disposición para modificar intereses y patrones de comportamiento”.

“Al sembrar el amor tendremos una primavera de paz; el paso de los vientos del odio traerá las tempestades de la intolerancia. Si tendremos en la mesa los frutos de la alegría o del sufrimiento depende tan sólo de una elección sofisticadamente sencilla, al alcance de cada uno de nosotros”.

“La Ley de Acción y Reacción trata del equilibrio entre relaciones e intereses. Es común que juzguemos a los otros por los hechos y que deseemos que nos juzguen por nuestras intenciones y razones, con frecuencia tortuosas, que creamos en el intento de justificar deseos no siempre adecuados. ¿Entiendes la discrepancia? ¿Percibes dónde está enterrada la raíz de todos los conflictos? Le negamos a los otros las mismas condiciones que pleiteamos para nosotros y, como si no bastase, todavía reclamamos de las imperfecciones del mundo como manera de desviar la atención de donde residen los problemas sí como las soluciones: en el interior de sí mismo. Allí es donde se esconde el principal resorte de las elecciones, la piedra sagrada de la felicidad. Al percibir la armonía entre causa y efecto sobre todas las cosas, el individuo rescata la fantástica magia sobre como direccionar la vida hacia el destino que mejor le agrade. Entender el poder de las elecciones es conocer un poder inconmensurable”

“El carácter pedagógico de esa ley permite que algunos prefieran llamarla de Ley de la Educación. A mí me gusta denominarla Ley de la Justicia, porque permite la igualdad y la equidad, a su tiempo y con fina sabiduría, entre todos los acontecimientos y relaciones, llevándonos al entendimiento de la dificilísima virtud de la justicia. Ser verdaderamente justo no es fácil”.

Comenté que todos se creen justos. Lorenzo meneó la cabeza concordando: “Sí, ese es el problema. Al no conocer la justicia no pueden ejercerla. Para que una decisión sea justa es necesario abstraer los intereses mezquinos, el instinto primitivo de venganza, ofrecer la otra mejilla a través de la compasión ante las dificultades ajenas, dejar aflorar la humildad en la comprensión de los propios errores y, por encima de todo, permitir que todo el amor que te alimenta sea transferido al otro. No se encuentra justicia donde no hay amor. Al contrario de lo que muchos piensan, el acto justo no es aquel que pune el error, sino el que enseña una manera diferente y mejor de ser. Sólo entonces habrá justicia y luz; todo lo demás es manipulación de privilegios, ilusiones y sombras”.

Permanecimos un buen tiempo en silencio hasta que confesé que estaba impresionado con el contenido pedagógico de la Ley de Acción y Reacción y con la maestría del Universo en la educación de todos. Lorenzo volvió a llenar su copa del buen vino que bebíamos y dijo: “Entender las leyes es aprender el funcionamiento de la vida. El Código del Universo tiene como espina dorsal la Ley del Amor que le enseña al individuo a amar a todos como a sí mismo. Esta es la ley mayor y la perfecta iluminación; todas las demás leyes son soportes para conducirnos a tal estado. Todos quieren la felicidad pero no entienden dónde habita e insisten en hacer elecciones que los alejan de ella, repitiendo patrones conflictivos, distantes de las mejores virtudes”. Hizo una pequeña pausa y finalizó de manera poética: “Desde la antigüedad los marineros navegan teniendo las constelaciones como mapa y brújula. Todos desean un puerto de aguas tranquilas para atracar, pero acaban a merced de las tempestades por no recordar que las estrellas existen para guiarlos al mejor destino”.

 

Gentilmente traducido por Maria del Pilar Linares.

 

 

2 comments

Felipe maldonado agosto 8, 2017 at 1:19 am

Gracias yoskhaz

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Fabiana agosto 11, 2017 at 1:29 am

Graaacias!

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