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La medicina del águila

Cuando llegué a Sedona, en las montañas de Arizona, fui a casa de Canción Estrellada, el chamán que tenía el don de perpetuar la sabiduría de su pueblo. No había nadie. Como él tenía el hábito de no trancar las puertas, entré y dejé mi mochila. Después fui a buscarlo. Me informaron que estaba en una reunión comunitaria en una escuela cerca de allí. Me dirigí hacia allá. Cuando llegué, una mujer aún joven, de pie, le hablaba a un grupo de personas sentadas, entre ellas Canción Estrellada. Me acomodé en un rincón al fondo de la sala e intenté enterarme del asunto. La mujer, después supe que se llamaba Beth, se expresaba bien y exponía con claridad sus ideas. En resumen, aquel encuentro era para tratar de un libro sobre historias antiguas, que guardaban la tradición cultural de aquellas personas. Un pueblo que ya habitaba aquel lugar cuando los colonizadores llegaron siglos atrás. Una filosofía que se mezclaba con la metafísica por el fuerte contenido de espiritualidad envuelto en las historias. Era un contenido muy rico que no debía perderse. Como eran transmitidas a través de los tiempos mediante tradición oral, tendían a modificarse por interferencia de los narradores o a desaparecer, en caso de que nadie se interesara en sustituir a los contadores de historias, arte al cual Canción Estrellada había dedicado toda su existencia. El chamán fue invitado a escribirlas para que fueran registradas y pudieran ser compartidas en forma de libro. Era un lindo proyecto. Era también un proyecto cuidado con cariño y a la vez muy sencillo. 

Ninguna de las personas involucradas tenía experiencia editorial. Cuando estuve en Sedona la última vez, hacía casi dos años, participé en un pequeño ritual chamánico organizado para conmemorar el lanzamiento del primer volumen. A pesar de haber sido un bonito libro, todo en su aspecto físico era simple. Desde la portada hasta la diagramación, pasando por la pequeña gráfica existente en la ciudad vecina, que nunca había impreso un libro, cuyo propietario había aceptado el desafío uniéndose al grupo. Una comunión de ideas, una común-unión de personas.

Aunque el libro se vendiera, no tenía fines lucrativos. El dinero de la venta era apenas para pagar los costos, o parte de ellos. Permitir que muchas personas, de los más distantes lugares, tuvieran conocimiento de una filosofía tan rica en elementos y sabiduría era el objetivo mayor, además de garantizar su continuidad para las generaciones futuras.

Pasado algún tiempo del lanzamiento del libro, Beth, que de adolescente fue a estudiar a una ciudad grande, donde había excelentes universidades, había vuelto a vivir en Sedona. Como se había especializado en el asunto y trabajado en una prestigiosa editora, se ofreció a colaborar con el volumen siguiente. Dijo estar fascinada con la idea. Le encantaban aquellas historias, las cuales, muchas de ellas ya había escuchado en la infancia y hacían parte de su formación moral.

Beth buscó a las personas involucradas en el proyecto. Elogió las historias escritas por Canción Estrellada. No obstante, resaltó que el libro tenía aspectos que podrían estar mejor elaborados. Abrió el notebook para mostrar diferentes posibilidades de portada y diagramación hechas por profesionales. Mencionó también la calidad del papel usado para la confección del libro. Consideraba que se debía usar un tipo de papel de mejor calidad para elevar el nivel del trabajo. Apuntó, pidiendo muchas disculpas, algunas fallas en la impresión. Entendía la buena voluntad por parte de la gráfica, pero al no ser la más apropiada, no estaba a la altura del contenido del libro.

Propuso encargarse de todo. El segundo volumen sería una obra de arte, no solo por el valor de las historias, sino también por su presentación física. Un trabajo completo y de excelencia. Los costos, alertó, subirían un poco. Sin embargo, podría cobrarse un poco más caro, sin que el valor interfiriese en las ventas. Dijo que el libro es un objeto personal, hasta íntimo, pues el lector y el libro conversan durante el tiempo que dura la lectura y hasta después del término. Una parte de la historia está escrita en el libro, la otra se completa en la imaginación del lector. Las personas leen en sus momentos de mayor introspección, en conexión profunda entre la narrativa del texto escrito por el autor y el alma de quien absorbe y avanza con la idea. Recordó la costumbre, común a casi todos los pueblos, de guardar los libros para siempre. Por ser un instrumento de expansión de conocimiento, el libro es sagrado, pues nos torna personas mejores. La belleza del libro, no solo por el contenido, sino también como objeto, valoriza la obra al hacer el contenido más agradable. Un refinamiento del arte.

Mejor aún, anunció que a partir del momento en que los lucros surgieran, podrían usar el dinero para financiar escritores en inicio de carrera, principalmente aquellos que tuvieran un abordaje semejante en sus obras. Actuales y ancestrales contadores de historias, lado a lado, como integrantes de una orquesta estelar. Un lindo concepto, pensé, mientras oía el discurso de Beth.

            Todos estaban encantados. Ni siquiera las personas que se esforzaron al hacer lo que nunca habían hecho para que el primer volumen fuese publicado, como el dueño de la gráfica por ejemplo, se molestaron. Al contrario, permanecieron alegres por haber sido fundamentales desde el inicio del proyecto y apoyaron la idea innovadora por el valor de los argumentos y mayor amplitud de la propuesta. Canción Estrellada también se mostró satisfecho.

En los días siguientes participé del ceremonial realizado por el pasaje del equinoccio de invierno y regresé a Brasil. Volví a Sedona un año después. Cuando me encontré con Canción Estrellada, le pregunté enseguida si había guardado un ejemplar del volumen de los que, por mis cálculos, ya debería haber sido publicado. El chamán, con pocas palabras, respondió que el libro aún no estaba listo. Quise saber el motivo. Él cambió de tema mientras encendía su indefectible pipa de hornillo de piedra roja. Sentados en la terraza, hablamos de otros asuntos. Ninguna letra sobre el nuevo libro.

Atardecía cuando parte del mismo grupo presente en la reunión comunitaria del año anterior llegó, sin avisar, para conversar con el chamán. Eran las personas que habían publicado de modo amateur el primer volumen y, después, confiaron a Beth la responsabilidad por la edición del libro siguiente. Debidamente acomodados en la terraza, comenzaron a desfilar sus quejas por los recurrentes aplazamientos de la publicación prometida. Además de los costos, que no paraban de subir. Estaban molestos, y manifestaban descontento.

Los motivos eran varios. La contratación de un artista plástico para la elaboración de la portada; un diseñador gráfico para la diagramación; un ilustrador para dibujar las escenas narradas en algunas historias; un especialista en marketing digital para la divulgación de la obra quien, a su vez, consideraba necesario hacer un pequeño vídeo para la divulgación. Beth advirtió que un video poco profesional sería perjudicial para el libro, era preciso llamar a un profesional en la producción del material publicitario. También era necesario elaborar un site, tanto para la venta de los libros como para la captación de recursos, fundamentales para la continuidad y expansión del proyecto. En fin, las personas del grupo listaron los motivos de los constantes atrasos para la publicación del segundo volumen. Aún peor, había una deuda que no paraba de crecer. Algunas personas estaban desanimadas y pensaban abandonar el proyecto; otras, desconfiaban y amenazaban con tomar una actitud. Unos creían que Beth no sabía hacer aquello que se proponía; otros, que ella se estaba aprovechando de la situación. Desánimo e irritación eran las emociones predominantes.

Canción Estrellada escuchó a todos sin interrumpir. Con los ojos cerrados, él parecía distante, como si necesitara alejarse para comprender mejor.  Al final dijo: “Calmen sus corazones. Pienso que no se trata de nada de eso, el motivo es otro”. Ante la curiosidad de todos, el chamán calmó las pasiones exaltadas y sugirió: “Si me lo permiten, me gustaría intentar resolver esa cuestión que tanta agonía ha causado. Inclusive a Beth”. Algunos insistieron para que alguna decisión fuera tomada en aquel momento. No podían esperar más. El chamán no se alteró y propuso: “Si ustedes vinieron a solicitar mi ayuda, permitan que intente resolverla a mi manera. Es sensato y justo”. Aunque con algo de disgusto, todos concordaron. Antes de que alguien prolongara la conversación de modo indebido, y por esto poco provechoso, él les pidió: “Por favor, díganle que venga a conversar conmigo mañana temprano”. 

A la mañana siguiente Beth fue a casa de Canción Estrellada. Ella mezclaba aflicción y ansiedad cuando llegó, pues sabía que tenía mucho que explicar. Sin embargo y antes de que comenzara a hablar, fue sorprendida con el tono sereno y dulce del chamán: “Te estamos esperando para desayunar. Los negocios pueden aguardar. Nuestra amistad es más importante”. Beth sonrió y se sentó a mi lado, en frente de él. Hablábamos de varios asuntos, hasta que ella comenzó a contar sobre su exitosa carrera como editora. Habló de los proyectos en los que había participado y de la admiración que despertaba. Cuando le pregunté sobre la razón por la cual había decidido abandonar el empleo para volver a vivir en una ciudad pequeña como Sedona, Beth se enredó en las palabras. Alegó haber sido víctima de una intriga armada por colegas de trabajo, envidiosos de su talento. Sin profundizar, desvió la cuestión al comenzar a hablar sobre otro asunto. En determinado momento, noté que solamente Beth y yo conversábamos. Tuve la sensación que, aun sentado en la mesa con nosotros, Canción Estrellada nos observaba a la distancia. 

Al terminar el desayuno, el chamán sugirió que habláramos del libro. Beth estaba afligida. Su tono de voz cambió y se volvió agresivo. Alegó ser competente y seria. Abrió el notebook para mostrarnos una planilla de costos y dijo que las cuentas no cuadraban. Sacó del bolso una carpeta repleta de facturas que justificaban los gastos. Aún más, probó que parte de los costos habían sido asumidos con dinero de ella. Sería necesario alterar una vez más el precio final del libro, pues con el valor sugerido anteriormente, aunque fuera vendida toda la edición, habría pérdida. Alegué que podríamos contener los costos al cortar algunos de los servicios de embellecimiento o divulgación de la obra. Sostuve que, primordialmente, un libro vale por su contenido. Lo demás, aunque acrescente a la obra, no aumenta su valor intrínseco.

Beth discordó de manera vehemente. Como editora debía tener el profesionalismo de presentar un libro de la mejor forma posible. Afirmó no ser perfeccionista, pero admitió que la perfección le agradaba. No se permitiría publicar un libro sin que estuvieran presentes todos los elementos necesarios para valorizar su contenido, ni dejaría que una obra tan valiosa encallara por falta de divulgación. Este punto era de extrema importancia, alegó. Si esto ocurría, el perjuicio impediría el lanzamiento del tercer volumen, que ya estaba siendo escrito por Canción Estrellada. También haría inviable la publicación de los nuevos autores. Volvió a decir que estaba haciendo lo máximo posible para equilibrar las cuentas. Dijo que era demasiado trabajo, pues hacía todo sola. Confesó no recordar la última vez que había tenido una noche entera de sueño, ya que trabajaba de manera incesante para concretar aquel proyecto. Relató que se esforzaba para ofrecer lo mejor y cualquier cosa menor que esto era inaceptable. Las personas debían tener paciencia y saber esperar.

Hubo un breve momento de silencio hasta que Canción Estrellada afirmó: “No tengo ninguna duda sobre tu honestidad y competencia. Lo que impide la publicación de ese libro es el miedo”. La mirada del chamán mezclaba gentileza y sinceridad; su voz, firmeza y compasión.

Beth lo negó. Dijo que no tenía miedo. Había enfrentado muchas dificultades en su vida y aprendido a superarlas. Estaba segura de lo que hacía y solamente necesitaba más tiempo. En consecuencia, de un poco de paciencia por parte de todas las personas involucradas. Canción Estrellada expuso: “¿Percibes que cuando una dificultad para la publicación del libro es superada, pronto surge otra, creada e impuesta por ti?”.

“Nada en contra de realizar y ofrecer lo mejor. Al contrario, es una práctica que eleva el ser. No obstante, debemos estar atentos si la intención de alcanzar la perfección no es usada como una fuga para no exponerte a las críticas. Entonces, nunca finalizaremos. Como lo perfecto está siempre un paso al frente, acaba siendo una disculpa usada para evitar posibles críticas”. 

“Por algún motivo, en tu interior, posiblemente inconfesable para ti misma, consideras un fracaso en tu experiencia anterior. Algo salió mal y existe una culpa que todavía pesa mucho, a punto de no permitir que vuelvas a caminar. Tal vez te hayan hecho creer que no eres capaz. Yo pienso diferente. Tienes un don que me es claro. Apenas no puedes dejar que el miedo te impida ser quien eres”.

“La oportunidad de editar este libro no surgió por casualidad, sino como manera de que prosigas en tu jornada. Tú la interpretas como una oportunidad para probarte que eres capaz de realizar tu sueño y verte como una editora competente. Estás cerca de esto. Sin embargo, te convenciste de que no puedes errar, no puedes fracasar. Es tu última oportunidad”.

Hizo una pausa y orientó: “No existe una última oportunidad. La Ley de las Infinitas Oportunidades es una regla cósmica. Creer en una última oportunidad es dar valor a las sombras y no entender el movimiento de la luz. Siempre habrá un camino para quien quiera caminar. Inténtalo mil veces, erra mil veces, pero prosigue. Desistir es el discurso de las sombras. El fracaso es uno de los mejores profesores del Camino, desde que se comprenda  su lenguaje, el amor”.

Irritada, Beth lo interrumpió para ponderar que trabajaba con amor. El chamán no alteró el tono sereno de su voz: “Sin duda. Es perceptible el bonito sentimiento que envuelve tu trabajo, pero falta amarte a ti misma”. La editora volvió a interrumpir para afirmar que gustaba mucho de sí. Afirmó que tenía muchas cualidades. Canción Estrellada explicó: “Sin duda, pero no basta admirar las virtudes. Es preciso saber lidiar con las sombras, sin fingir que ellas no existen. El miedo es una de ellas y también una de las más poderosas por su inmensa fuerza paralizante”.

“Cuando negamos las sombras, las dejamos sueltas para que se apoderen de nuestros pensamientos y elecciones. Cuando las traemos hacia nuestro círculo interno de amor, las educamos. Una emoción primitiva, con gran poder destructor, se transforma en un delicado sentimiento, impulsor de muchas virtudes. Cualquier sombra puede ser una semilla de luz”.  

“La autoestima, para que esté completa, precisa aceptar no sólo la existencia de las sombras, sino también la posibilidad del fracaso, a pesar del absoluto empeño dedicado a aquello que hacemos. El error no hace a nadie menor. Al contrario, cuando es bien aprovechado, enseña mucho sobre humildad y compasión. Redirecciona la ruta y mejora la forma de andar. El error también exige que encuentres el coraje necesario para proseguir, pues el miedo intentará convencerte de desistir. Este embate fortalece al andariego por las virtudes que agrega. Son los golpes sufridos que perfeccionan al guerrero para las próximas batallas”.

“Procura siempre hacer lo mejor que puedas, pero no olvides ser dulce contigo misma”.

No se pronunció palabra por algún tiempo. Fue Beth quien quebró el silencio para decir que si queríamos, ella saldría del proyecto. Canción Estrellada rehusó la propuesta: “De ninguna manera. Creo que tu presencia agregó muchos valores y conceptos a la idea inicial. Eres muy importante para todos. Solo necesitamos adecuar la situación”. Hizo una breve pausa para proseguir: “Tengo una propuesta para hacerte”. Los ojos de la editora estaban fijos en los del chamán. Él dijo: “La demora del lanzamiento del segundo volumen es la causa del conflicto. El libro, por el asunto que aborda, tiene mucha importancia, no solo para mí, sino para toda la comunidad, pues vivifica nuestras raíces”. 

“Los originales ya están revisados y diagramados, y es un bello trabajo el que has realizado. Vamos a enviar a la gráfica el material que tenemos, con la misma portada usada en el anterior, solo cambia el número relativo al volumen. Esto, además de estancar los costos, llenará mis expectativas como autor y la intención de la comunidad que creó el proyecto. Solamente no deseamos aplazar más la publicación”. 

“No obstante, buenas ideas no deben quedar desperdiciadas. Una solución parcial no impide la continuidad del proyecto en su totalidad. Cualquier cosa grandiosa, sea un trabajo, sea un problema, es más fácil de resolver cuando lo dividimos por partes”.

“Al publicar el segundo volumen de las historias ancestrales, en los moldes del anterior, haremos desaparecer la enorme presión que recae sobre tu espalda. Podrás concentrarte en el trabajo de lanzar una colección escrita por jóvenes autores, incluyendo todos los elementos útiles, tanto en relación a la obra como a la respectiva divulgación. Estará dentro del presupuesto y generará la tranquilidad necesaria para proseguir con el cuidado que deseas y que el proyecto merece”.

Beth nos miró por una fracción de segundo que pareció demorar una eternidad. Dió un suspiro profundo y se desmoronó. Lloró mucho. Permanecimos algunos instantes sin entender qué sentimientos motivaban las lágrimas. Cuando se calmó, dijo que estaba aliviada. Consideraba maravillosa la propuesta del chamán. Bebió un sorbo de agua y dijo que tendría tiempo para terminar la preparación editorial sin atropellos. Dijo que la vida acababa de hacerse más leve”. 

“Enseguida, sonrió tímidamente y confesó que, de hecho, había heridas con relación al último empleo. Aún abiertas, sangraban de miedo ante la mera posibilidad de que se repitiera el fracaso. Había sido despedida del último empleo cuando un proyecto, del cual ella era responsable, naufragó comercialmente, causando un enorme perjuicio. Sufrió mucho en aquella época, a punto de sentirse arrasada. Era una buena idea ejecutada de modo errado, se disculpó. Perdía el sueño solo de pensar que esto podría volver a suceder. Temía que el fracaso fuera una constante en su vida. Canción Estrellada la corrigió con dulzura: “Los fracasos sucederán siempre, en distintas escalas y aspectos existenciales. Lo importante es aprender de ellos, asumir la responsabilidad por las consecuencias y el compromiso de hacer diferente y mejor la próxima vez. Siempre habrá otra oportunidad. Lo que no puede existir es el permiso para que el miedo se torne el patrón de tus elecciones y el patrón de tu vida”.

Beth dijo que usaría un trillado cliché, pero estaba con la sensación de ver el día amanecer después de una noche que parecía sin fin. Prometió que ese mismo día enviaría el material para que la gráfica comenzara la impresión. Le dio un beso al chamán y salió con la alegría que caracteriza a una niña que encuentra un juguete perdido.

Saber lidiar con el tiempo de modo equilibrado es un arte poco conocido. Es imprescindible entender el ritmo de cada persona. La comunidad quedaría satisfecha con la publicación inmediata de las historias ancestrales, aunque fuera de manera más sencilla. Beth tendría posibilidad de cuidar de los nuevos autores con la atención que creía necesaria y, muy importante, en la medida que lo lograra, se fortalecería para volver a exponerse a las posibles críticas del mercado editorial.

A solas comenté que la decisión tomada era de extrema simplicidad y de enorme valor. Entre tanto, confesé que yo tampoco había pensado en ella hasta aquel momento. Me impresionaba que nadie lo hubiera sugerido. Canción Estrellada, mientras fumaba de su pipa con hornillo de piedra roja, ponderó: “La medicina del águila es una importante herramienta de cura en momentos de tensión y angustia”. 

Le pedí que se explicara mejor. El chamán dió algunas bocanadas, después profundizó en el asunto: “En la mitología chamánica, el águila está ligada a la ascensión espiritual. De acuerdo con la tradición, ella vino del sol y vive en dos mundos. El águila vuela en grandes altitudes, esto le permite mayor amplitud de visión”. 

“Ella nos enseña que debemos volar alto para no sufrir las influencias indebidas de las contrariedades, frustraciones y tristezas, comunes de lo cotidiano. No podemos ni debemos huir del mundo. Recuerda, el águila también vive aquí. No obstante, las grandes alturas permiten una visión más atenta a los ojos del alma, a consciencia, al evitar los efectos producidos por el miedo, justificado por falsas razones o por los deseos disfrazados de necesidades. Así, es posible ver lo que la mayoría no ve. Un recurso valioso ante las situaciones difíciles impuestas por la existencia”.

“En medio del conflicto, concédete el distanciamiento necesario. No te contagies con las pasiones del momento ni con las necesidades y motivos aparentes. Lejos del ruido y de la aflicción es más perceptible el uso inadecuado de las palabras, el contenido hurtado de las razones amarradas a las sombras oriundas del egoísmo, del miedo y de la conciencia nublada. Escucha las palabras no pronunciadas, lee los mensajes escritos en las entrelíneas de los comportamientos. Comprende cuando una ofensa, en verdad, no pasa de un pedido de socorro, algo común en una persona perdida de sí misma. Identifica las multitudes perdidas, estas andan en círculo, no pueden salir del lugar. El miedo genera la violencia y la tristeza, los deseos tergiversados dan lugar a las incoherencias, el desespero entierra las virtudes. Todo porque las personas no logran codificar los propios sentimientos. La consciencia pierde el eje y el amor se olvida”.

“Al volar alto impedimos que las emociones insalubres interfieran en la consciencia, sacudan las virtudes y afecten las elecciones. Percibimos la esencia y entendemos lo esencial; todo lo demás habla respecto a aquello que no necesitamos. Lejos de las pasiones, las soluciones son simples y ganamos condiciones de ofrecer lo mejor que nos habita”. 

“De las grandes altitudes, muros grandes tienen la altura de un rayón de tiza en el suelo. Percibimos que los problemas son mucho menores de lo que parecen; las soluciones son más simples. Entendemos que casi todo es solamente paisaje. Los hechos son efímeros, nosotros somos eternos. El Camino se hace perceptible. Las sombras, inicialmente presentadas como fieras depredadoras, se vuelven animalitos rebeldes que solo necesitan de comprensión y rumbo. La paz se establece”.

Terminamos la conversación con la llegada de algunos amigos con quienes cabalgaríamos por un bello sendero entre las montañas. No tocamos más el asunto. No obstante, una frase dicha por Canción Estrellada quedó un buen tiempo en mi mente. Los hechos son efímeros, nosotros somos eternos. Demoré algún tiempo para metabolizar la enseñanza con la intensidad que ésta proporciona. Su exacta comprensión modifica la realidad al establecer una nueva escala de valores y prioridades.

La vida siguió. Dos semanas después, participé de una ceremonia y recibí de manos de Canción Estrellada el segundo volumen del libro. Fue un ritual lindo, con una energía maravillosa, por el trabajo que tenía doble función: hacer que el conocimiento circulase y la posibilidad de perpetuar la sabiduría ancestral de un pueblo. La alegría reinaba en el corazón de todos.

Al año siguiente, por razones profesionales, no pude retornar a Sedona. Aquellos hechos me parecían distantes, cuando cierto día recibí por correo el libro con la recopilación de historias chamánicas, redactadas por los jóvenes escritores y editadas por Beth. Era un libro bellísimo elaborado con los más mínimos detalles. Portada, ilustraciones, diagramación, calidad del papel y de la impresión, todo estaba impecable. En cada capítulo, el contenido mostraba el valor de una obra de arte abrigada en otra. 

Aquella linda obra le presentaba al mundo autores inéditos y talentosos que ayudaban a mantener viva la valiosa sabiduría de un pueblo. Un libro con historias increíbles. Mi predilecta era una no escrita. La historia de Beth. La jornada de superación de ella sobre sí misma. Una mujer que venció el miedo de volver a usar las propias alas. Para conseguir leer la historia oculta por tras de aquel libro era preciso entender el vuelo del águila.

Gentilmente traducido por Maria del Pilar Linares.

3 comments

Ma de Lourdes enero 22, 2021 at 2:05 am

COMO SIEMPRE TUS MENSAJES SON IMPRESIONANTES… DEJAS ESE SENTIR DE NUESTRAS ACCIONES EN NUESTRA VIDA COTIDIANA… BENDECIDO AÑO.. GRACIAS INFINITAS

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Wendy García enero 23, 2021 at 10:09 am

Ya echaba de menos estas maravillosas historias llenas de lecciones!

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Duglis febrero 9, 2021 at 12:54 am

Gracias, has Sido un maestro para mí desde hace algunos años, te leo y te admiro y admiro a tus maestros, gracias, gracias, gracias.

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